Esta ciudad laosiana, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está rodeada por una selva exuberante que la llena de atractivo. Quedarse unos días visitando sus templos, disfrutando de su naturaleza y de la comida laosiana, es un placer en todos los sentidos.
Para llegar a Luang Prabang hay varias opciones, entre ellas, un trayecto de unas 10h en bus desde Vientiane por carretera de montaña en los últimos kilómetros. Otra opción más cómoda, rápida y no muy cara es un vuelo con Lao Airlaines desde Vientiane. El vuelo dura 45 minutos y cuenta unos 150€ ida y vuelta. Para estómagos sensibles al mareo por carretera, mucho mejor esta segunda opción, eso sí, quizás tengas que volvar en un avión de hélices...
Del aeropuerto a Luang Prabang se llega en menos de 15 minutos en coche por una carretera secundaria y al irte acercando te das cuenta de que no es una ciudad, sino un pueblo, pero eso sí, muy bonito. Nada de edificios altos ni avenidas. Es un pueblo al estilo europeo, con aceras (algo muy raro por esta zona de Asia), con casitas de madera que recuerdan a la arquitectura victoriana de los pueblos ingleses y un aire internacional que no te esperas en mitad de la selva laosiana.
Es un lugar preparado para recibir turistas, sobre todo muy jóvenes, pero por suerte no hay demasiados en la temporada baja (los meses de junio a septiembre que coinciden con la época de lluvias). Quizás pueda desencantar un poco al principio a aquellos que no nos gusta ir de turisteo, pero si te sales de las dos calles donde se concentran la mayoría de los turistas, podrás conocer un poco más la realidad laosiana, que para nada se ve reflejada en Luang Prabang, donde los laosianos están al servicio de los turistas en cada una de las impresionantes y cuidadas guesthouses o los restaurantes "tradicionales".
En cualquier caso, Luang Prabang es un estupendo lugar de descanso para olvidar la vorágine del Sudeste Asiático, la contaminación, los ruidos y encontrar un remanso de paz confortable, al estilo europeo, en medio de la selva.
ALOJAMIENTO
Conviene no alojarse en plena calle turística, así se evita la zona más ruidosa. Es tanta la oferta de alojamientos en Luang Prabang que decir que un sitio concreto es el mejor de todos sería un gran error. Mi elección fue el hotel Villa Ban Lakkham con habitaciones con vista al río Khan, en una calle tranquila muy cerca de la calle turística, con infinidad de restaurantes cerca. El precio de la habitación ronda los 45€/noche para 2 personas, y desde luego, se pueden encontrar alojamientos mucho más baratos en la ciudad. Sin embargo, elegí este hotel porque:
- está incluido en el precio el traslado al aeropuerto (con lo que te ahorras unos 10€)
- ofrece bicis gratis (con lo que te ahorras unos 3€/día para poder callejear por la ciudad con la bici)
- ofrece servicio de tuk tuk gratuito por la ciudad, con lo que te ahorras unos 5€ en trayectos largos a zonas más alejadas del centro
en temporada baja tiene un oferta de 4 noches y pagas 3, pero esto hay que hablarlo directamente con el hotel porque no se indica cuando haces la reserva desde la web Booking directamente.
- al ser temporada baja, si tienes suerte, te dejan elegir habitación y puedes disfrutar de una de la segunda planta con terraza y vistas al río por el precio de una normal.
- tiene WiFi gratis y un PC disponible para los clientes.
- la habitaciones tienen caja de seguridad.
No me arrepentí de mi elección porque las habitaciones eran muy cómodas y estaban muy limpias, el desayuno era exquisito y el trato bastante cordial. Aunque claro, no todo es perfecto y a veces las bicis no están disponibles porque el personal no encontraba los candados de seguridad, el tuk tuk estaba reservado ya para otros turistas del hotel con lo que no podías usarlo o si les haces alguna petición al personal pueden tardar varias horas en atenderte. La gente de Laos, por lo general, vive a un ritmo muchísimo más lento del que mi paciencia a veces puede soportar, por lo que el "chaaa yeen yeen" tailandés aquí lo tienes que tener aún más en cuenta.
También es posible que haya cortes de electricidad, pero eso no solo ocurre en este hotel, sino en todo Luang Prabang.
Vista desde el hotel Ban Lakkham |
Esta ciudad puede ser utilizada como base para recorrer lugares cercanos. Aquí va mi propuesta para pasar 4 días y 3 noches en la joya de Laos.
DÍA 1
Si llegas por la mañana a Luang Prabang, después de alojarte en el hotel
puedes buscar un lugar para almorzar. La mayoría de los restaurantes en la zona
de turistas son bastante caros y no ofrecen nada especial, aunque para los que
prefieran comida internacional serán una buena elección. Por ejemplo, la
Escandinavia Bakery, que vende pizzas, hamburguesas, etc. Lo más interesante de
este local no es el “menú” sino la variedad de pan que tienen a la venta.
En las dos calles turísticas de Luang Prabang se pueden encontrar muchas
agencias que te organizan excursiones a zonas cercanas. Por ello conviene
preguntar en varias de ellas porque las ofertas y los precios varían bastante. En
las agencias de calles menos transitadas se ofrecen mejores propuestas y mucho
más asequibles. Esto te ayudará a planificar tus próximos días en la ciudad.
Los aficionados al deporte y el turismo “de aventura”, pueden encontrar muchas opciones en esta ciudad, como rutas en kayak por mitad de la selva, recorridos en bici por arrozales o paseos en barca visitando cuevas perdidas. Si no quieres coincidir con grupos de jóvenes turistas dispuestos a hacer botellón en cualquiera rincón de la selva laosiana, conviene que te informes bien en la agencia de en qué consiste exactamente la excursión que te proponen, por tu cuenta también podrás hacerlo, así que no necesariamente hay que recurrir a estos servicios profesionales que a veces se alejan bastante de lo que uno realmente quiere.
Los aficionados al deporte y el turismo “de aventura”, pueden encontrar muchas opciones en esta ciudad, como rutas en kayak por mitad de la selva, recorridos en bici por arrozales o paseos en barca visitando cuevas perdidas. Si no quieres coincidir con grupos de jóvenes turistas dispuestos a hacer botellón en cualquiera rincón de la selva laosiana, conviene que te informes bien en la agencia de en qué consiste exactamente la excursión que te proponen, por tu cuenta también podrás hacerlo, así que no necesariamente hay que recurrir a estos servicios profesionales que a veces se alejan bastante de lo que uno realmente quiere.
Uno de los restaurantes que visité se llama Tamnak Lao. Este restaurante no
es especial en nada y además tardan mucho en servir, así que no lo recomiendo.
Pero sin conocer para nada la ciudad y, estando completo el que me habían
recomendado, no se me ocurrió mejor opción, aunque desde luego la hay.
DÍA 2
Luang Prabang (y el hotel donde me alojaba) invitaban a empezar el día con
tranquilidad y calma, quizás leyendo un poco antes de desayunar. La paz que se
respira en esta ciudad a primeras horas de la mañana es un gran estímulo para
el alma.
Después del desayuno, fue una estupenda idea empezar el día con un recorrido
en bici por las calles casi desiertas de esta ciudad. Pasear en bici por Luang
Prabang es extremadamente agradable y seguro, apenas hay coches por esas
estupendas calles asfaltadas de dos carriles. (En Laos, como en España, se conduce por la derecha).
El recorrido en bici permite descubrir rincones de la ciudad más apartados
de la zona turística y, también buenos lugares para almorzar con vistas al
río. Por ejemplo, los puestos de exquisitos bocadillos que te preparan
especialmente para ti a un precio excepcional. Tampoco está mal acompañar
la sobremesa con un Lao Coffee mientras se disfruta de la inmensidad de río Mekong.
Si con la bici te atreves a apartarte de las calles principales, encontrarás lugares interesantes como oficinas de alguna ONG que trabaja en la ciudad para mejorar la educación de los más desfavorecidos. Sus puertas estarán abiertas para que puedas preguntar lo que quieras y conocer mejor la labor que hacen.
Una experiencia para mí inolvidable fue el viaje en ferry hasta la otra orilla del río. Este ferry que transporta diariamente a gente local desde las aldeas a la ciudad es la mejor forma de viajar al otro lado. Seguro que encontrarás muchos barqueros que te pedirán 15$ o lo que se les antoje por un paseo en barquita, pero desde luego, nada como vivir la experiencia con la gente local y al precio de 1€ el viaje de ida y vuelta. En este ferry no solo van personas sino que se permite la entrada de bicis, motos, coches e incluso de autobuses. La llegada a la otra orilla del río es realmente impresionante, ahí es donde puedes conocer de verdad la realidad de Laos.
Viendo Luang Prabang desde el otro lado, uno se da cuenta de que es una ciudad creada para turistas, donde van a trabajar diariamente personas que viven en casas de madera en malas condiciones situadas en mitad del campo y se accede a ellas a través de caminos de tierra.
Da la impresión de que la gente de Laos poco se beneficia de los altos ingresos que proporcionan los turistas. Seguramente el enriquecimiento se lo estén llevando los dueños de hoteles y agencias que probablemente no sean laosianos.
El recorrido por las diferentes aldeas se puede hacer en bici y está bastante bien señalizado.
El contraste entre el oro de los templos de Luang Prabang y las chabolas del otro lado del río te hace comprender la auténtica realidad del país y por qué Laos es uno de los países más pobres del mundo.
Después del impacto del viajecito en ferry al “otro lado”, volví de nuevo a
la zona creada para turistas, a esa Luang Prabang irreal que creo que pronto se convertirá en un parque temático.
![]() |
Cena laosiana y zumo de tamarindo |
Tras la cena, qué mejor que un paseo por las calles casi desiertas (y casi a oscuras) de Luang Prabang, quizás acompañando el paseo con un helado. El aire que se respira aquí es tan limpio y la temperatura tan agradable en el mes de julio que la noche invita a pasear más que a dormir.
DÍA 3
Estar en Luang Prabang y no visitar las Kuangsi Waterfall (cascadas Kuangsi)
es un pecado mortal. En este lugar podrás hacer un poco de senderismo y también
darte un buen chapuzón en las pozas de agua turquesa en mitad de la selva.
Desde luego una oportunidad así tan al alcance de la mano no se puede
desperdiciar. Un consejo importante, es mejor llegar a las Kuangsi temprano, porque a
partir de las 11 o así empiezan a llegar muchos turistas (sobre todo post-adolescentes)
y convierten este paraíso en un Aquapark.
A las Kuangsi Waterfall se puede llegar fácilmente en tuk tuk. Por unos 15€
el tuk tuk te llevará, te esperará y te traerá de vuelta a Luang Prabang. No
está mal para lo lejos que están las cascadas, unos 25 km. y en tuk tuk se tarda casi
una hora ella llegar allí. Durante el recorrido por la carretera podrás disfrutar de
unos paisajes hermosísimos por mitad de selva laosiana y al final, la recompensa.
¡Baño en las Kuangsi!
La entrada cuesta 2$ y el camino a pie hasta las cataratas es muy agradable, además está muy bien
señalizado. Es un parque preparado para que el visitante no tenga ningún
problema y eso es de agradecer para los que no somos tan valientes como para
adentrarnos en la selva a lo loco. También, durante el recorrido, se puede visitar un
centro que protege a osos que, según dicen, han sido encontrados en malas condiciones en
la selva y allí pueden recuperarse de sus heridas.
A partir de las 12 empieza a hacer mucho calor, así que si se va temprano es
posible estar de vuelta en Luang Prabang a la hora de comer. El restaurante que elegí esta vez se llama Coconut y ofrece un completo menú de platos laosianos
y occidentales. Como siempre, la comida local resulta mucho más barata.
Por la tarde, puede ser una buena opción ir a darse un masaje. Es
interesante experimentar como los masajes en Tailandia, Camboya o Laos son
diferentes y las técnicas utilizadas varían mucho de un país a otro. En esta
ocasión probé uno con pindas, que son unas bolsas de tela rellenas de hierbas
curativas que calientan con vapor de agua para luego ponerlas sobre zonas
determinadas del cuerpo. Esto ayuda a aliviar dolores y te deja como nueva.
Solo hay 6 mesas iluminadas con velas en
este jardincito tan agradable. Las pizzas están bastante buenas, quizás de las
mejores que he probado en Asia, pero claro… para superar a las de Pizza Company
tampoco hace falta mucho.
DÍA 4
Si tu vuelo o autobús sale por la tarde puedes aprovechar el día para hacer
varias cosas en la ciudad. La primera propuesta para amantes del deporte que
realmente tengan buena condición física es irse de ruta por las aldeas que se
encuentra a la otra orilla del río Mekong. El calor te hará cansarte mucho y la
ruta por caminos de tierra tiene bastantes cuestas, pero el esfuerzo, sin duda,
merecerá la pena porque podrás disfrutar de paisajes tan impresionantes como los de la foto.
Si prefieres algo más tranquilo, puedes aprovechar el día para visitar los templos de la ciudad. Son hermosas construcciones religiosas repletitas de oro y que te permiten estar a la sombra durante unos minutos mientras contemplas la figura de Buda. Visitar los templos es muy fácil y cómodo haciendo el recorrido en bici. Esto te permite ir parando en aquellos lugares que te apetezcan, por ejemplo, en la oficina de correos para enviar una postal a tus abuelos.
Antes de partir y dejar esta ciudad que al principio me disgustó un poco por
ser excesivamente turística pero a la que luego le encontré el encanto y que llegó
a fascinarme, qué mejor que almorzar un bocadillo laosiano y aprovechar para
comer pan auténtico, algo que sabía que no podría disfrutar en los siguientes meses.
Luang Prabang es una joya por la selva que la rodea, por los templos, por el contraste entre la zona turística y la zona de viviendas locales, por estar a orillas del Mekong, por la comida local, por el café, por el pan… pero por desgracia creo que pronto dejará de ser una joya y quizás empiecen a cobrar entrada al estilo Port Aventura.
Así que mejor date prisa y ¡¡ ve ya !!
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