domingo, 16 de abril de 2017

Casablanca...la ciudad de paso

Por Merche.

Casablanca (Dar el Baida) es una ciudad, por lo general, poco visitada por turistas que no suelen pasar allí más de un día, lo que la hace un lugar perfecto para comenzar una ruta por Marruecos llegando a su aeropuerto internacional.


El aeropuerto me recuerda mucho al de Khon Kaen en Tailandia, el edificio principal sin ostentación ni adornos llamativos, está rodeado de una zona llana y seca. Para llegar desde el aeropuerto al centro de la ciudad, la estación de tren Casa-Vogageur, es necesario comprar un billete en las taquillas o en las máquinas expendedoras que se encuentran a la entrada de las vías y coger el tren que te lleva al centro en unos 30 minutos por 46 dirhams. (Podemos calcular el cambio aproximado 10 dirhams = 1€).




Ya en el tren se observa que el paisaje marroquí es similar en muchas ocasiones al paisaje andaluz, quizás a las zonas más áridas, al fin y al cabo estamos bastante cerca.

Desde Casa-Vogageur se puede tomar un tranvía que recorre gran parte de la ciudad y para lo que es necesario comprar un billete (6 dirhams) en una máquina que solo admite monedas, por lo que interesa llevar cambio, de lo contrario quizás tengas que acudir a alguna alma caritativa para que te compre el billete, y aunque esta no fue mi intención, eso fue justo lo que ocurrió.

Yo llegué un domingo de abril por la tarde y me sorprendió gratamente  la gran cantidad de gente que había paseando y comprando en el mercadillo montado en las inmediaciones de Place de Nations Unies, que es la parada de tranvía más próxima al hotel que había reservado.

Para orientarse en la ciudad y llegar a dónde se quiera, conviene tener en cuenta que los nombres de algunas calles son parecidos y otros no coinciden con los de los planos de la ciudad, además algunas calles pueden tener incluso dos nombres.

Al llegar al hotel Atlas-Almohades intentaron convencernos para que pagásemos más por una suite, pero finalmente nos quedamos con la habitación que habíamos previamente reservado por 650 dirhams, que ya era bastante cara para ser Marruecos, aunque en la última planta (9), con zona de estar con sofás,  muy muy grande y con vistas a la Mezquita de Hassan II (a lo lejos) ¿quizás era la suite que nos querían vender a un precio más alto? Nunca lo sabremos...




Vistas desde la habitación del hotel.


En esta ciudad es muy agradable pasear, no te agobian los comerciantes intentando venderte cualquier cosa que seguro no necesitas y no tuve esa sensación de caza-al-turista que se da en otros lugares. Como viajero/a, aquí, se pasa mucho más desapercibido/a y eso siempre es de agradecer.

Visita obligada en Casablanca es la Mezquita de Hasan II, realmente impresionante. Al lado del mar y con una arquitectura que guarda la simetría y el buen gusto en cada uno de sus rincones. Esta opinión es muy personal pero desde mi punto de vista la Mezquita de Hassan II no tiene nada que envidiarle al Taj Mahal en India, ambos monumentos igual de majestuosos.





Para conocerla por dentro obligan a hacer la visita guiada en grupo, con precio reducido para estudiantes. Desde la Place de Nations Unies, se puede ir caminando a la Mezquita y así de paso visitar la medina y las calles de la ciudad, algunas son amplias avenidas con soportales para aliviar el calor.


Comer, tomar té o café en las cafeterías que rodean la Place des Nations Unies viendo la vida pasar no es un mal plan, pero hay que tener en cuenta que es el sitio top de la ciudad, por lo que el precio será bastante más elevado que en cualquier otro lugar (té 15 dirhams, tagine más agua 95 dirhams). En dos ocasiones distintas me cobraron más de lo que indicaban los precios de la carta, por despiste mío, pillería del camarero para cobrarse la propina por adelantado o simplemente porque los precios no incluían el IVA...vete tú a saber.

Cerca de la plaza, también hay tiendecitas que venden deliciosos pasteles marroquíes a muy buen precio, y como no tienen mesas para sentarse te los puedes tomar en un banco en la plaza. Una caja con 5 o 6 pastelitos, 10 dirhams.

Desayuno en el bar de Tarik.
El desayuno, que no estaba incluido en la habitación del hotel, me lo tomé en un barecito a unos 100 metros del hotel en la calle por la que se llega a la Place des Nations Unies. Allí, una señora hacía una tortas fritas en la puerta con un olor que abría el apetito, así que me decidí a entrar y probar una de esas tortas (parecidas a los rotis hidúes) a las que Tarik, que compartía nombre con el bar, le untó un poco de queso, acompañado con un buenísimo café con leche. Por 2 cafés, 2 tortas (msama) con queso y otra más pequeña con chocolate pagamos 30 dirhams.



Como en el centro de Casablanca abundan los restaurantes de comida rápida (panini de queso o atún con patatas fritas, showarma...), pedí recomendación a unas chicas darelbaidíes que salían del trabajo en la hora del almuerzo que me indicaron el restaurante Le Riad en el nº 45 de la Rue Mohamed El Qorri, perpendicular con el Boulevard Mohammed V cerca de la Société Général, con comida marroquí en un ambiente típico de tetería granadina (sillones con cojines, etc.) Un cous-cous de verdura, un zumo de limón menta y jengibre, y un plato de salsa variadas para untar en delicioso pan marroquí, 125 dirhams. Este restaurante tiene en la planta de abajo un bar muy bonito de comida rápida con brochetas de cordero, patatas fritas, etc. Para comer en "ambiente marroquí" es necesario subir las escaleras.

Desde la moderna y funcional estación de Casa-Port, a dónde se llega caminando desde Place des Nations Unies en unos 15 minutos, se puede tomar un tren para Rabat, mi próximo destino.